viernes, 17 de febrero de 2012

La Palabra Diaria

Hechos 22: 1-10
El apóstol Pablo relata su conversión:
Hermanos y padres, oíd ahora lo que voy a decir en mi defensa. Al oír que les hablaba en hebreo, guardaron más silencio. Y dijo: Yo soy judío, nacido en Tarso de Cicilia, pero educado en esta misma ciudad, a los pies de Gamaliel, instruido cuidadosamente en la Ley de la patria, celoso de Dios, como todos vosotros sois hoy. Que perseguí a muerte a  este Camino, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres. Como también el sumo sacerdote y todos los ancianos son testigos. Hasta recibí carta de ellos para los hermanos de Damasco, y fui, para traer presos a Jerusalén a los que estuvieran allá, para que fueran castigados.
Pero al mediodía, al llegar cerca de Damasco, de repente me rodeó una gran luz del cielo. Y caí al suelo y una voz me dijo: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Entonces respondí: "Quién eres Señor?" 
Me dijo: "Yo Soy Jesús de Nazaret a quien tú persigues". Mis acompañantes vieron la luz, pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. Pregunté: ¿Qué haré, Señor?  Y el Señor me dijo: "Levántate y ve a Damasco. Allí te dirán  lo que te está asignado que hagas".

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